23 Octubre de 2024
Ushuaia. Tierra del Fuego
19 May. 2024

SE REALIZO EL PARTIDO DESPEDIDA AL "CHELO" MESCOLATTI

MAXIMILIANO SALGADO, FEFUSA MENDOZA
MENDOZA.- Se despidió de las canchas un emblema del futsal mendocino y argentino.

Cómo no emocionarse cuando se va el más grande. Un jugador irrepetible. Como dijo su madre, nadie sabe si eligió el futsal o el futsal lo eligió a él. Se fue el Chelo, Marcelo Daniel Mescolatti, en una despedida que tuvo todos los condimentos y, especialmente, el reconocimiento más allá de la cancha. Si hubiera sido una pelea de boxeo, seguramente se perdería por nocaut. No hay mortal (aunque no sabemos si el Chelo lo es) que aguante tantas trompadas emocionales y aún así pueda jugar. Sus familiares, sus amigos, sus compañeros. La gente. Todos fueron a mimarlo ya hablar de sus condiciones deportivas y humanas.

Fue una noche épica. Histórica. Al extremo que hasta se propuso que el 18 de mayo sea declarado el día del jugador de fútbol sala. Un merecido homenaje a quien dedicó su vida al deporte, dejando una huella imborrable en cada partido, en cada gol, en cada pase.

El Chelo no solo jugaba al fútbol sala; lo vivía, lo respiraba. Cada movimiento suyo en la cancha era un poema, una obra de arte en movimiento. Era un arquitecto del balón, diseñando jugadas imposibles y construyendo sueños con cada toque. Su pasión y dedicación eran el faro que guiaba a su equipo en las noches más oscuras.

Lo acompañaron sus compañeros de la selección argentina, de la selección mendocina y de Don Orione, su casa. Amigos y compañeros que compartieron con él cada triunfo, cada lágrima, cada segundo de entrega. Y hasta su hijo entró a jugar, mostrando que la pasión por la pelota corre por las venas, como una llama que nunca se apaga, ardiendo con la misma intensidad que su padre.

Despedimos a Marcelo Daniel Mescolatti con el corazón lleno de gratitud y admiración. Se va un grande, pero su espíritu quedará por siempre en cada rincón del fútbol sala. Su legado es como un árbol cuyas raíces profundas seguirán nutriendo la pasión de nuevas generaciones. Gracias, Chelo, por tantas alegrías y por convertir cada partido en un capítulo inolvidable de la historia del futsal.